domingo, 6 de noviembre de 2011

Manteniéndose en mantenimiento.

El mantenimiento, como la limpieza, es ese tipo de tarea que no se detecta salvo que no se haga o se haga mal.

Quienes dirigen equipos de mantenimiento o de limpieza, saben que determinadas cosas hay que tomárselas con filosofía. De lo contrario, acaban con uno. Esto no quiere decir que hay que rebajar el nivel de exigencia ni permitir relajaciones en la ejecución de los trabajos, pero sí que hay que estar preparado para lo imprevisible y tomarse las cosas con mucha soda, siempre que no sean de una gravedad que impliquen daños irreparables o perjudiquen a las personas. En esta disciplina, el trabajo bien hecho es mudo, silencioso, invisible. En cambio un error o una chapuza se paga caro, incluso moralmente, y hay que tener buen ánimo para revertir las consecuencias y corregir sobre la marcha. Así pues, el sentido del humor es fundamental. Al fin y al cabo, vistas las cosas a la distancia, todas ellas son susceptibles de ser tomadas en broma.

Hace unos años, siendo jefe de mantenimiento en un hotel en Zanzíbar, desmonté un teclado de ordenador para limpiar las teclas. Le pasé el conjunto de teclas sueltas al encargado de almacén para que las pusiera en alcohol. El hombre se equivocó de producto y generó un desastre que, bien mirado, podría haberle costado el puesto de trabajo. En cambio, dio lugar al siguiente reporte que he rescatado entre los archivos de aquella época:


Nueva escuela de arte en hotel Sea Club

Es por todos conocida la noción de aprovechamiento integral de los recursos en cada uno de los departamentos de este hotel. Concretamente, en el área de Mantenimiento se ha venido llevando hasta el extremo esta filosofía, habiéndose conseguido resultados memorables. Basta recordar la celebrada conversión de un caduco teléfono de sobremesa marca Sony en coqueto pisapapeles, la habilitación de cocos como ceniceros y la no menos meritoria tarea de utilizar como martillo aerosoles que, en su escasa visión de multifuncionalidad, los fabricantes destinaron inocentemente a contener insecticidas.

Pero el ingenio nunca descansa y la veta artística, necesaria en toda actividad en la que se hace imprescindible dosificar energías y materiales, ha dado un nuevo fruto que recibimos con el alborozo propio de la novedad y el sacrificado mérito del que hace sobrada gala.

Se trata de la primer trabajo de la Escuela de Arte Post-tecnológico Manteni Miento, y su autor es un discretísimo store keeper que, acorde a su perfil modesto, prefiere mantener el anonimato e incluso permanecer desaparecido, aunque con vida.

Huelga señalar que la elaboración de informes técnicos genera un agotamiento precoz en las herramientas tecnológicas más simples, no aptas para excesos fuera de lo programado, y uno de los periféricos más castigados es sin duda el teclado.

Audaz hasta lo insoportable, el responsable de mantenimiento diseccionó el teclado solicitando al ya mencionado ignoto artista que procediera a la limpieza de las teclas con alcohol, preferiblemente en estado puro. Pero en este preciso instante la vena creativa explosionó en el alma del taciturno lugareño, y en un despliegue de inhabitual pericia sumergió las percudidas piezas en thinner, dando forma así a las esculturas que las fotografías que acompañan este informe ilustran fielmente.

Saludemos gozosos el nacimiento de esta nueva estrella en el firmamento del arte zanzibarino, e invitemos a todo el personal del hotel a brindar por el éxito de quienes se atrevan a seguir la senda iniciada por este joven talento. Quien esto suscribe, sugiere no brindar con bebidas que contengan alcohol.... o thinner.



Pesadilla de una tarde de domingo



Encuentro en la dimensión absurda



Ctrl + Alt + Delete = Adiós mundo cruel


No hay comentarios:

Publicar un comentario