sábado, 19 de noviembre de 2011

Cómo sé que estoy en casa.

Por el agua de la ducha.

Por el desorden sin caos.

Por el aroma del café y las tostadas.

Por esos ojos que me miran desde las fotos.

Por la música a mano.

Por el olor de la ropa limpia.

Por el color de las sábanas.

Porque el cepillo de dientes tiene amigos.

Por el silencio delicioso.

Porque yo huelo a ti y tú hueles a nosotros.

Por el pijama que me busca desesperadamente.

Porque sé lo que tengo que hacer.

Por las paredes que me cuentan tus historias.

Porque no temo que algo cambie o se quede como está.

Porque me despierto en paz.

Porque una voz de niña me renueva.

Por el baño siempre ocupado.

Porque veo más dibujos animados.

Porque me entusiasma hacer algo aunque siempre sea lo mismo.

Por las puertas vivas.

Porque siempre hay un plan en el aire.

Porque siempre hay platos que lavar.

Porque me llaman por lo que soy, no por mi nombre.

Porque las cosas siempre me encuentran.

Porque podría vivir con los ojos cerrados.

Por las rabietas con sentido.

Porque hablo y me escucho.

Porque nunca estoy solo aunque esté solo.

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